No olvido,
¡Cómo olvidar el grito inocente!
la sangre que recorría como manantial nuestro suelo
y los gemidos punzantes por las torturas.
No olvido,
cuando caían las balas sobre nosotros;
yo jugaba y Pedrito cayendo,
yo reía y María muriendo;
las escuelas como cuarteles
y mi casa sus trincheras.
No olvido,
la lluvia dejó de caer temerosa sobre nuestro campo,
caían bombas regando mi huertecito;
el mío y el de mis amiguitos,
seguían cayendo
ahora Javier y Paquito.
No olvido,
cuando entraron los de verde con casco como mis juguetes;
fueron los 90
como 90 balas que recibían mis amigos,
ahora Raúl y Florcita.
No olvido,
otra vez los de verde;
temía a mis juguetes,
ellos no jugaban;
por fin entendí.
No olvido,
sus balas sobre nosotros y los de verde sobre las muchachas.
No olvido,
mi chanchito saseando su hambre y su robo aterrorizándonos;
mis chacritas quemadas y mi pelota desinflada por una bala.
No olvido,
no perdono,
no me reconcilio.
Lucho Trinidad.
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