miércoles, 13 de julio de 2011

A Facundo Cabral

“Cuando un amigo se va, una estrella se ha perdido, la que ilumina el lugar donde hay un niño dormido”, Alberto Cortez.

De repente sonaron los celulares, se movieron las redes y nos despertaron a todos con la terrible mala nueva que Facundo Cabral estaba muerto. Y lo primero que nos pasó a todos por la cabeza, creo yo, es que al gran maestro el cáncer le daba la estocada final luego de un silencioso retorno o que los años le pasaron la factura. Lo que nunca entendimos (o mejor dicho nunca entendí yo) era que un grupo de sicarios lo había asesinado. Y del alma a uno le salía la incógnita de cómo era posible que a uno que le canto a la paz, al amor, a la esperanza y a predicar lo mejor del Señor, es decir todo, le quitaban la vida de esa forma. Era matar la mariposa con bombas, borrarle melodía a la poesía con hacha, quitarle sabiduría a la vida con horror.

Yo espero que Facundo haya encontrado al fin en ese cielo al Señor en que siempre nos insistió en creer y casi nos convence, que allá y aquí de donde siempre fue y será tenga todo el tiempo para ver las estrellas y en su nueva bicicleta celestial siga persiguiendo a Manuela y que nos contagie el querer ser felices como color de identidad.

Facundo hoy más que nunca será ese astro que nos decía ser, los que lo miraban desde muy adentro y también desde muy afuera, hoy te miraremos enamorados del polvo de los caminos, aunque nos guste andar sin seguir el camino como nos enseñaste.

Esperamos Facundo que allá al lado del Dios del que nunca te cansaste de hablarnos, para evitar más deserciones en la fe, te abraces con tu madre y tus hermanos, sobre todo esos 4 que murieron de hambre y frío, y que también encuentres a los perros que jamás te olvidaron. Que puedas recoger en el aeropuerto de tu Señor a tu mujer y tu hija sin ningún temor.

Deseo que te encuentres con Evita Perón y le cuentes al fin que fuiste tú aquel niño que le pidió trabajo y no limosnas. Que te encuentras con la Madre Teresa para que le digas que tu labor de predicador se cumplió con creces. Que al fin encuentres todo el tiempo para tirarte en la arena y para ver las estrellas y que les cuentes a todos las historias de tu abuelo y su temor a los pendejos porque si son mayoría pueden escoger hasta el gobierno. Porque aquí, gracias a ti, ya estamos advertidos de que el peor pendejo de todos es el que cree que el pueblo es pendejo.

O las historias del tío Pedro, que era tan vago que odiaba el comunismo ruso porque no podía confiar en un país que tenía la bandera llena de herramientas. O las historias de tu abuela que decía que decir que no a una propuesta de amor es decirle no a Dios y ella era una mujer creyente y respetuosa del Señor.

Yo en particular le quiero agradecer a Facundo esta frase que me retumba en los oídos desde que la escuche: “Si lo que sabes no te sirve para ser feliz, entonces, ¿qué sabes?”

Me imagino cuanta falta nos hará su ironía. Aquello de que un argentino es un señor que tiene un problema para cualquier solución. O aquello que el neurótico construye castillos en el aire, el sicótico lo habita y el sicoanalista cobra el alquiler. O eso de que un ecologista es un marxista reciclado.

Aquí, haciéndole caso a Cabral hay que seguir desconfiando de los que no cantan porque algo esconden. Aquí les seguiremos diciendo a los patrones que pobrecitos son ellos que creen que los pobres somos nosotros, porque más que el oro es la pobreza lo más caro en la existencia.

Aquí tenemos que robarle la frase a Cabral para sobre su asesinato decir que sólo se fue de gira como cuando hace un año el mismo nos quiso aliviar el dolor por la partida de la negra Mercedes Sosa.

Y a los nadie que nos quitaron tanto, a los nada que tal vez ni siquiera saben el valor del muerto que jamás dejara de vivir, cuando lo sepan, tendrán que vivir con la culpa que como tormenta los levantara por las noches a tronar sus sueños, la misma culpa de los que crucificaron a Jesús, los que fusilaron al Che, los que dispararon contra el Cura Romero y los que asesinaron al Víctor Jara.

Por ahora Facundo déjanos llorarte un poco, aunque tú digas que todo es siempre perfecto porque todo viene de Dios y que cada día hay una nueva oportunidad y que el nacimiento de un niño es la prueba, que cada cantor es la prueba.

Ya luego seguiremos escogiendo la libertad, porque sin serla la provocamos, porque si sabemos lo que es la libertad jamás podremos escoger ser esclavos, como enseñaste siempre tú. Por ahora déjanos recordarte y degustando de tus versos y canciones como del vino y de las flores.

Tú decías que la vida no nos quita cosas, que no hemos perdido a nadie que sólo se nos adelantan y que lo mejor de ellos, el amor, se queda en nuestro corazón. Entonces estoy a punto de creerte Facundo que no has muerto, que sólo te has mudado.

Prometo pronto no estar triste porque es una pérdida de tiempo, como enseñabas, ya que la existencia es tan corta, el mundo tan inmenso y hay mucho por hacer. Debemos entender que debemos hacer solo lo que amamos para ser feliz y hacer feliz a los que nos rodean.

Gracias por enseñarnos a que estar deprimido es estar, más bien, desocupado y que aunque las bombas destruyen y hacen más bulla que una caricia, por cada bomba que avientan hay millones de caricias.

Gracias por todo maestro. Hasta la vuelta, dile a la negra y al Jara que nadie los olvida tampoco.

Hasta la victoria siempre

Guillermo Bermejo Rojas.

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