martes, 18 de enero de 2011

¿Será que no estaban muertos? (En el Centenario de Arguedas)

“(…los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos y partir de este momento es prohibido llorarlos…” . Los que mueren por la vida – Alí Primera

Este tema del centenario del nacimiento de Arguedas (como antes de Vallejo y Mariátegui) nos debe llevar a una reflexión de lo que deben ser nuestros íconos, el trato que debemos darles y lo que podemos esperar del Estado Burgués sobre ellos.

A mí me llama la atención y provoca bastante risa el profundo pánico que les da a los arrastrados del imperio y felpudos de las trasnacionales siquiera pensar en dedicar un año al centenario del nacimiento de ilustres pensadores peruanos como Arguedas, Mariátegui o Vallejo. Recuerdo el comentario de Fujimori cuando se le propuso que el año 1992 sea denominado Año del Centenario de Cesar Vallejo: Jamás le pondré a un año el nombre de un comunista de mierda”.

Supongo que con el amauta Mariátegui habrá tenido igual reacción dos años después. Lo seguro es que Fujimori, medio ignorante y medio paranoico, sentía que ese viejo fantasma que recorrió Europa podía resucitar con el solo mencionar sus nombres. Olvidaba el reo que estos hombres jamás podrán ser borrados por los más vilipendiados y que en cada acto de lucha y liberación que se realizó en esa década infame del latrocinio y las matanzas, Vallejo, Arguedas, Mariátegui, Heraud y otros tantos eran autores intelectuales de aquello que esa juventud realizaba seguramente sin conocer a plenitud a los gigantes del Perú. Porque aquellos sintieron en sus huesos el dolor, la explotación, el hambre, la miseria, la cárcel, la persecución, la muerte; y los que sienten esto y lo plasman con valentía aún a costa de arriesgar su salud, su integridad, su libertad  y su vida se convierten en eternos. ¿Alguien recuerda como se llamó el año 92 o 94 en el Perú?, ¿alguien lo recuerda con estima si la memoria ayuda?, ¿o más bien lo recuerda con terror y nausea?, ¿o más bien  lo quiere olvidar?

Y más bien, ¿quién puede olvidar la seducción de los libros de los Amautas arriba mencionados?, el sudor que nos generó salir de la ignorancia, las ganas de salir a contarle a todo el que encontráramos en el camino lo que habíamos aprendido, la desgracia de no  haberlos conocido en persona, las ganas de encontrarlos en el café y en el bar para plantearles tantas interrogantes que nos quedaron (y quedan aún).

Es por eso que no me quedaba ninguna duda que el que sirve a la Casa Blanca con la política de ciudadanos de Segunda Categoría, y su séquito de ladrones jamás le iban a poner a este año el nombre del autor de Los Ríos Profundos o Todas las Sangres. Para García sería autocondenarse, sería auto acusarse, sería recordarse todo el 2011 lo enano que es, a pesar de su ego colosal, al lado de José María Arguedas.

Y por eso García denominó a este año como el “Año de Macchu Picchu para el mundo”. Recordándonos que lo único que le importa es que vengan del extranjero a gastar la plusvalía de los obreros de las fábricas y el saqueo de riquezas a todo el tercer mundo en alcohol, tragamonedas y marihuana que es en lo que han convertido lo que fue un epicentro de Cultura Incaica. Y no me queda duda alguna que le hubiera dedicado el año a Cantinflas (que por cierto cumple 100 años en Agosto) con tal de borrar a quien con la actualidad de sus escritos lo denuncia desde el más allá o desde el bien acá.

Por eso quiero saludar a todos los que luchan por mantener presente a nuestros ilustres socialistas peruanos. A los que los fotocopian para sus compañeros, a los que prestan los libros que jamás verán volver con tal que la cadena no se rompa. A los que dejaron el temor o lo perdieron entre esas páginas y la represión. A los que no esperan efemérides para celebrarlos, a quienes los mantienen vivos en su día a día, a quienes los hacen vivir en sus organizaciones y quieren arañar un pedacito de ellos para ser un poco mejores. Un abrazo a los que se dieron cuenta que aunque tantas veces los quieran matar, volverán a la vida como el ave fénix de la mano de los que no los pueden olvidar.

Más vivo que nunca José María.

Hasta la victoria siempre

Guillermo Bermejo Rojas.

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