martes, 19 de abril de 2011

El famosísimo voto viciado

El panorama electoral en donde la población peruana, la creyente aún en el sistema electoral y sus decisiones que oscila entre el 90 y 95 por ciento de la ciudadanía, salió este pasado abril a cumplir su deber ciudadano y “democrático”. Hacer lo contrario era símbolo de que te sobraba el dinero para pagar la multa y no un antisocial o antisistema o subversivo como algunos quisieran. Por otro lado los resultados demuestran algo que se vino declarando y que no se supo aprovechar: “La población nacional desea un cambio” a como de lugar, radical en algunos aspectos, pausado en otros, pausado y hasta en el rumbo equivocado debido al mal camino, pero sobre todo a la falta de buenos encaminadores. Esa es la izquierda peruana que no sabe aprovechar los pequeños espacios, pedirle que entiendan los grandes esta demás.

“El cambio” es la elección del pueblo sea cual sea la candidatura que elijan, y cual sea el gobernante de turno la opción de los revolucionarios es el cambio, es decir, la revolución. Las elecciones han medido la temperatura, ¿es que acaso el sector vanguardista tiene la capacidad para canalizar tal elevada temperatura? Creo que sí, porque ya no empezamos de cero, llevamos la delantera, la energía y enojo popular están a la vuelta de la esquina, y de eso que es espontáneo es nuestro deber organizarlo. Las elecciones, sus herramientas y espacios sirven para eso, para canalizar y llevar construcciones mayores (leer varios artículos de Lenin y sobretodo sus antecedentes y circunstancias en que fueron escritos). ¿Acaso sirven para iniciar una lucha frontal contra el imperialismo si sólo estamos encima del taburete creado por ellos? Reclamamos todas las formas de lucha, pero obviamos muchas, renegamos de otras y recurrimos a pocas en los momentos inoportunos. Un buen revolucionario es el que sabe interpretar la realidad, lo demás es querer imponer realidades y niñerías burguesas.

Los porcentajes dan justo en el punto y no solo han demostrado que siguen creyendo en esas elecciones sino que esperan ser encaminados a ese cambio y a una buena vida social. Sin embargo, los inmaculados sin semana santa, los San Patricios y más cardenales que Cipriani pedían una candidatura con un “Hochiminh” a la cabeza, un Fidel acholado, o una Madre Teresa que hable de comunismo. Los purismos están bien para el cielo, porque lo poco de marxismo que sé es que seguir la voz de las masas es lo correcto. La buena escuela marxista del siglo XXI está en escuchar la voz del pueblo, no en la mera escuela digestiva de los años 20, 40, 60 y 80. ¡Menos mal que la dialéctica no es repetitiva!

Los polos se van mostrando cada día con mas notoriedad. La lucha de clases es tan nítida que será difícil para la derecha reaccionaria esconderla. Lima tiembla, tiembla Lima. Sus dirigentes y juventudes más ignorantes proponen el voto viciado o nulo como única salida, los puristas izquierdosos y enquistados también caen en esa patología de porque no prueban mi chupete no me junto con la chusma.

El famosísimo voto viciado de la gente que prefiere el clásico o su 4x4, que tienen suficiente para vivir entre agua y cama caliente por varios años más, el voto viciado de la gente “chic” que no vota por extremos, de los radicaloides alcaloides que creen que con sus pataletas harán notar su presencia y sobretodo le hacen juego a la terrible clase burguesa.

Menos mal que nací hereje y creo que la voz del pueblo es la voz de la revolución. Elegir entre una corriente progresista porque contiene dirigentes populares a una posible dictadura asesina, la respuesta es clara y el pueblo en junio demostrará lo que desea. Y si pasase lo contrario, gane quien gane, quedan más tácticas a emplear y será un gusto emplearlas.

Patria o muerte, diría Ernesto Che Guevara

¡Revolución pa’ lante!

¡Libertad y Socialismo siempre!

Las reglas ningún gobierno las pone

Somos pueblo, somos mayoría

Podemos hacer posible nuestras mas queridas utopías.

Ernesto Montero.

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